Himno meditado
Languidece, Señor, la luz del día 

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

Languidece, Señor, la luz del día 
que alumbra la tarea de los hombres; 
mantén, Señor, mi lámpara encendida, 
claridad de mis días y mis noches. 

Confío en ti, señor, alcázar mío, 
me guíen en la noche tus estrellas, 
alejas con su luz mis enemigos, 
yo sé que mientras duermo no me dejas. 

Dichosos los que viven en tu casa 
gozando de tu amor ya para siempre, 
dichosos los que llevan la esperanza 
de llegar a tu casa para verte. 

Que sea de tu Día luz y prenda 
este día en el trabajo ya vivido, 
recibe amablemente mi tarea, 
protégeme en la noche del camino. 

Acoge, Padre nuestro, la alabanza 
de nuestro sacrificio vespertino, 
que todo de tu amor es don y gracia 
en el Hijo, Señor y el Santo Espíritu. 

Amén. 


Reflexión:


.Mujer, tú rodeas el corazón del mundo, como el mar a la tierra, con el abismo de tus lágrimas.

. Como la mujer, así quisiera refulgir de una belleza grande, no para vanagloriarme, sino para atraer a todos ante tus pies cuando acaban su jornada en la ciudad, en el campo o en la montaña o en el mar.

.Cada día experimento, al acostarme y cuando me echo en los brazos del sueño, tu presencia amorosa que nunca falla.

. Y, aunque a veces me duerma entre lágrimas por no haberte sido fiel, sé que velas mis sueños, me controlas el corazón que, incluso a esas horas quiere alabarte.

.Señor, recibe mis horas de trabajo durante este día. Han sido duras, pero ahora a solas contigo o en unión de los míos, me siento feliz y contento porque sé que, dentro de mis posibilidades, he vivido tu voluntad. Y lo he notado por la claridad que ha bañado cada instante de mi trabajo.