Himno meditado

Amo, Señor, tus sendas

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,

que el agua del camino es amarga..., es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde,
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar...

Mas entonces me miras..., y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar


Reflexión:

. Las ramas chasquean ya ruidosamente en la arboleda, y las hojas murmuran en le viento loco, y las nubes de tronada palmotean con sus manos gigantes...

.Para un alma creyente pero quejica, sólo ve dificultades y tinieblas por todos sitios. Una pena, porque ser creyente significa estar en Cristo y con él, aunque haya dificultades, se saben sortear de la mejor manera posible.
.Aguarda en tus momentos bajos a que vuelva de nuevo la luz. En la misma vida humana, existen instantes duros en las relaciones.

. Pero basta una mirada atenta, fina y delicada de otra persona, o una palabra dulce dicha al oído, para que todo cambie.

. Eso nos ocurre a los cristianos que estamos en relación con Cristo. Tras la aridez de no sentirlo cercano, nos viene una de sus miradas, y todo cambia en nosotros. Es como la mirada entre dos enamorados. Sí, exacto. Nuestra alma es la novia y la esposa de Cristo para siempre. Sigue sus sendas y verás luz clara como el día.