Himno

Yo he sentido, Señor, tu voz amante

Fuente: Liturgia de las horas

   

Yo he sentido, Señor, tu voz amante,

en el misterio de las noches bellas,

y en el suave temblor de las estrellas

la armonía gocé de tu semblante.

 

No me llegó tu acento amenazante

entre el fragor de trueno y de centellas;

al ánima llamaron tus querellas

como el tenue vagido de un infante.

 

¿Por qué no obedecí cuando te oía?

¿Quién me hizo abandonar tu franca vía

y hundirme en las tinieblas del vacío?

 

Haz, mi dulce Señor, que en la serena

noche vuelva a escuchar tu cantilena;

¡ya no seré cobarde, Padre mío! 

 

Amén.