Salmo 130

Abandono confiado en los brazos de Dios

 


Señor, mi corazón no es ambicioso, 
ni mis ojos altaneros; 
no pretendo grandezas 
que superan mi capacidad; 
sino que acallo y modero mis deseos, 
como un niño en brazos de su madre. 

Espere Israel en el Señor 
ahora y por siempre.