Salmo 142

Lamentación y súplica ante la angustia

 

 

Señor, escucha mi oración; 
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica; 
tú, que eres justo, escúchame. 
No llames a juicio a tu siervo, 
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. 

El enemigo me persigue a muerte, 
empuja mi vida al sepulcro, 
me confina a las tinieblas 
como a los muertos ya olvidados. 
Mi aliento desfallece, 
mi corazón dentro de mí está yerto. 

Recuerdo los tiempos antiguos, 
medito todas tus acciones, 
considero las obras de tus manos 
y extiendo mis brazos hacia ti: 
tengo sed de ti como tierra reseca. 

Escúchame en seguida, Señor, 
que me falta el aliento. 
No me escondas tu rostro, 
igual que a los que bajan a la fosa. 

En la mañana hazme escuchar tu gracia, 
ya que confío en ti. 
Indícame el camino que he de seguir, 
pues levanto mi alma a ti. 

Líbrame del enemigo, Señor, 
que me refugio en ti. 
Enséñame a cumplir tu voluntad, 
ya que tú eres mi Dios. 
Tú espíritu, que es bueno, 
me guíe por tierra llana. 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; 
por tu clemencia, sácame de la angustia.