Salmo 27

Súplica y acción de gracias



A tí, Señor, te invoco; 
Roca mía, no seas sordo a mi voz; 
que, si no me escuchas, seré igual 
que los que bajan a la fosa. 

Escucha mi voz suplicante 
cuando te pido auxilio, 
cuando alzo las manos 
hacia tu santuario. 

No me arrebates con los malvados 
ni con los malhechores, 
que hablan de paz con el prójimo, 
pero llevan la maldad en el corazón. 

Bendito el Señor, que escuchó 
mi voz suplicante; 
el Señor es mi fuerza y mi escudo: 
en él confía mi corazón; 
me socorrió, y mi corazón se alegra 
y le canta agradecido. 

El Señor es fuerza para su pueblo, 
apoyo y salvación para su Ungido. 
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, 
sé su pastor y llévalos siempre.