Con el corazón ante los salmos

Introducción

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Desde hace muchos años, Señor, oro con los salmos, como experiencia que vuelve mi corazón hacia ti en cada momento del día.
Me traen a la memoria los recuerdos de tu pueblo- de ayer y de hoy y de mañana- guiado y llevado por ti mediante la fuerza de la plegaria.
Son un reflejo de las variadas circunstancias por las que pasa nuestra existencia.
No me he detenido en un análisis científico o bíblico de su origen, de si eran de David, mesiánicos o de cantos de liberación. De esto hay ya mucho escrito.
Lo que he intentado hacer es abrir mi corazón y dejar que se sienta interpelado, emocionado y alegre ante lo que tú le has sugerido.
Lo que sí he captado de cada uno de ellos es la forma excelente, profunda y armoniosa de hacer oración en comunidad o a solas en la capilla o en mi despacho o habitación.

En cada instante he notado tu presencia envolvente y me he sentido llamado a vivir lo que recitaba con todo el fuego y el calor de mi alma.

De ellos he aprendido que, en contacto contigo, el alma se transforma serena y paulatinamente. Sin sobresaltos, sin aspaviento sino con el susurro acariciador de tu voz que llamas siempre a vivir en ti, por ti y para ti.

Y con ellos he tenido siempre presente a mi familia, a mis hermanos, a la humanidad entera. Orar, pues, es una forma de hablar contigo y al mismo tiempo de estar conectado con los seres humanos, aunque no se den ni cuenta.

Me queda sólo decirte, Señor, gracias, por estos ratos tan bellos pasados en tu corazón de Padre, al que con toda confianza he abierto el mío, pobre y débil, pero con ganas de amarte siempre.

FELIPE SANTOS