Con el corazón ante los salmos
Salmo 5. “A ti te suplico, Señor, por la mañana escucharás mi voz; por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando. Me prosterno ante tu santo Templo, lleno de reverencia”.

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Aroma de tu presencia
- Santidad
- Hablar de ti
- Hoy molestas en la sociedad
- Pasan de ti
- Quieren borrar tu huella

Reflexión:


• Como persona agradecida, al levantarme esta mañana, dirijo en seguida mi corazón y mi mirada hacia la iglesia cercana a mi vivienda. Anhelo que, a partir de este instante, todo quede en mí envuelto con el aroma de tu presencia. Deseo pasar un día en el que resplandezca en mí la belleza de tu templo, no el de sus bellas paredes, sino el de su significado interior. Desde él mi vida adquirirá un sentido nuevo.
• Haz, Señor amado, que mi vida transcurra por los parámetros de tu santidad, en la medida de mis fuerzas débiles. Confío, sin embargo, en ti.
No prestaré oídos a conversaciones vanas, ni a discusiones que no hablen de ti y de tu rica influencia en quienes nos dejamos llevar por tu amable escucha de nuestras cuitas.
No quiero ser un “tonto”- según ellos- sino una ser tan lleno de ti que, ante cualquier adversidad, reaccione tal y como tú te mereces.
• En medio de esta lucha contra los que me circundan, quiero que mi imagen les hable de ti; quiero que mi conducta y mi buen hacer sea para ellos/as un testimonio de quien tiene el don gratuito de la fe.
• No me fío de mis fuerzas. Por eso acudo a ti en tono suplicante. Sé lo que valgo. Y cuanto soy y tengo se debe a ti y a mi colaboración contigo en esta obra de transformar el mundo que va, en cierto sentido, a la deriva porque te han expulsado a ti de sus corazones y hasta de las escuelas. Les molestas.
• ¿Y sabes por qué? Porque no te callas ante los políticos ni ante ninguna autoridad que no respete tu Evangelio, tu verdad. Ellos y ellas quieren construir ahora- después de XX siglos largos- una sociedad en la que no exista ningún rastro de tu presencia en medio de nosotros. Torpe tarea. Piensan que, eliminando tus símbolos, te van a quitar a ti. Por eso, hoy más que nunca te pido que escuches mis ruegos y que me des fuerza para mantenerme justo ante tu presencia amada y querida.
• Fíjate, Señor, hasta dónde llega una sociedad en la que tú habitas: quiere pasar “olímpicamente” de ti. Cada vez que ha ocurrido esto, no ha tardado mucho tiempo en que el hombre tome conciencia de su absurdo para volver a ti. 
Gracias, Dios mío. Buenos días. Concédeme un día santo.