Con el corazón ante los salmos
Salmo 31.” Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y cuya conciencia no queda turbia”.

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Sed de ti
- Mi fragilidad
- Perdón
- No eres guardia urbano
- Maldita rutina

Reflexión:

• Señor, he llegado al final de mi jornada de trabajo. Noto que mi corazón está sediento de ti. Ya has visto que he vuelto a caer en la rutina de siempre aunque haya sido por breves instantes.
• Como persona cuerda, que tiene la cabeza sobre los hombros, reconozco el mal que he cometido, fruto de mi fragilidad, no de mi mala voluntad.
• Pero me encuentro gozoso, exultante y alegre porque sé que me perdonas los pecados y las faltas de este día.
• ¿Sabes una cosa? Cada vez que caigo en la rutina, percibo que el corazón se me ahoga en un mar de dudas, desasosiegos e intranquilidades. Es como si un aguijón me punzara por dentro y no me dejara en paz.
• Me enfado conmigo mismo. Y en mi ofuscación te miro como un “guardia” que apunta las multas para cobrar después el dinero.
• Soy infiel. Lo reconozco. Pero también sé que tú eres mi Padre y que me perdonas siempre. Estás deseando que vuelva mi corazón a ti para abrazarme. No tienes en cuenta mis debilidades. Al contrario, apuntas mis buenos deseos e intenciones y mis anhelos de hacer el bien.
• Acepto mi responsabilidad.¿A dónde voy a ir que esté mejor que contigo? A ninguna parte. Todo cuanto veo a mi alrededor es pasajero, liviano, sin importancia. Tan sólo lo que hago por tu Reino redunda, a su vez, en mi adelanto espiritual.
• Soy dichoso porque, al anochecer de este día, y antes de irme al descanso, mi conciencia no está turbia. La has limpiado con tus besos de amor de Padre.
• Gracias, Señor, haz que encuentre mi refugio siempre en tu amada presencia, y que mi alegría y mi gozo descansen en ti, la fuente de todo bien.

Buenos días, Señor, y gracias.