Con el corazón ante los salmos
Salmo 46 “El Señor nos escoge nuestra heredad, el orgullo de Jacob, su amado”.

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Amamos nuestra tierra
- Las herencias familiares
- No me comparo con nadie
- Cuido mi alma
- Cambiar lo que me rodea

Reflexión:

• Ante las palabras de tu Salmo, Señor, siento un gusto enorme porque sea tu heredad. Y no solamente yo, sino todos los seres humanos que poblamos la tierra. Unos en un sitio, otros en otro. Pero todos, en general, amamos nuestra tierra, el lugar de nuestro nacimiento.
• Ahora bien, hay gente que se queja de su mismo origen. Hubieran preferido nacer en tierras fértiles y en palacios de marfil y de oro.
• Otros, no pocos, se debaten por la herencia que van a recibir de sus padres cuando estos pasen a tu morada santa. 
¡Cuántas querellas y peleas entre hermanos por motivos de la herencia! ¡Qué difícil es que todos queden conformes con el testamento de sus padres!
• Los que ponemos nuestra mirada en ti y en la herencia que nos das, nos conformamos con lo que somos. No nos importa mucho lo que tenemos.
• Yo, Señor, en mi vida personal, no me comparo con nadie. Me acepto tal y como soy: limitado- eso sí- pero con un corazón que deseo que cada día se ensanche más para estar cerca de ti y de los otros.
• Acepto mi cuerpo tal y como es. Lo cuido lo mejor que puedo para que sea una digna morada tuya. No lo comparo con las bellezas que lo lucen para ganar premios en concursos. El mejor premio es que lo ame en cada una de sus partes, lo cuide y lo tenga aseado.
• Amo mi alma inmortal. La cuido con tu palabra, tus sacramentos, la vida convertida en un don para mí mismo y para los otros. Deseo cultivar los dones de mi alma: la bondad, la caridad, la solidaridad, el aprecio a los demás, la delicadeza en el trato, la buena educación, la tertulia formativa y distendida.
• Soy una persona que vive en este siglo XXI: con sus aciertos y sus defectos. Me quedo con los primeros y rechazo los que no enriquecen mi espíritu.
• No me quejo de este tiempo. Intento transformarlo en lo que está en mis manos.


Buenos días, Señor, y gracias