Con el corazón ante los salmos
Salmo 106.”Erraban por un desierto solitario, no acertaban con la dirección de poblados, pasaban hambre y sed...pero gritaron al Señor y los libró de la tribulación”.

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Peligros del tiempo
- No se vive feliz en medio de riqueza
- Falta la comunicación personal
- Enfermedad del sexo

Reflexión:

• Me he despertado, Señor, tras una serena y apacible noche con las ganas de meditar tu palabra con sentido de 
optimismo.
• Sí, porque anoche- para estar al día de cómo anda la humanidad-, me fui al descanso turbado. Era una tertulia de gente no creyente. Y todo eran quejas y más quejas por los derroteros que ha tomado la sociedad y sobre todo sectores de jóvenes y fundamentalistas fanáticos.
• Y me ha venido de perlas este Salmo, en el que el salmista habla de los peligros de su tiempo: el desierto, la 
cárcel, las enfermedades y la tormenta del mar.
• Si ellos levantaran la cabeza y vieran los peligros que nos acechan hoy a los creyentes, se quedarían alucinados al ver que los suyos no tienen ni punto de comparación con la gravedad de los actuales.
• Hoy, Señor, a pesar del bienestar que existe en muchos lugares de la tierra, hay gente que no vive feliz en medio de tanta riqueza. La razón no es otra que tu ausencia de sus vidas
• Y parece mentira que la soledad sea hoy un peligro mayor que el desierto. Hay gente que vive codo a codo con otros pero no se comunican nada. Son unos extraños. Hay ancianos solos porque los hijos y parientes no quieren saber nada de ellos.
• Hay un exceso de consumo y de drogas que no solamente llevan a la muerte propia, sino que arrastran tras de sí a la propia familia.
• Hay una enfermedad llamada permisivismo mediante la cual es bueno lo que es bueno para mí, y malo lo que es malo para mí. Todo está permitido en aras de una mal entendida democracia.
• Y hay otra enfermedad- de la que ni siquiera se confiesan- el sexo, entendido y concebido como una fuente sólo de placer.
• Ante esta situación, te pido que me libres de esta tribulación. Que no me queje sino que hable claramente de tu verdad.


Buenos días, Señor, y gracias.