Con el corazón ante los salmos
Salmo 111. “ El justo teme al Señor, ama de corazón sus mandatos, es clemente y compasivo, reparte limosna a los pobres, su caridad es constante”.

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Escala de valores
- Mitos modernos
- Amigos efímeros
- La generosidad
- Complicarse la vida

Reflexión:

• Señor, te confieso esta mañana cuando hago meditación de tu Salmo, que hoy la escala de valores de una persona no se mide mucho por la que tú dices.
• Hoy vale quien tiene dinero. Es conocido, sale en los medios de comunicación, se convierte en ídolo deportivo, de la canción y sabe que todo el mundo le quiere aunque sea tan sólo por un cuarto de hora.
• Y totalmente en contraste con los mitos modernos, está tu escala de valores acerca de la concepción de cómo debe ser una persona hoy, mañana y siempre.
• La persona justa es aquella que te ama con todo su corazón, su mente y todo su ser. Es quien se mantiene en 
fidelidad dinámica cerca de ti.
• Sintonizo con tu bella forma de ver a la persona. Quien ama al pobre tiene un corazón tan abierto como las arenas del mar. En mi trabajo, Señor, intento ser así. ¿Qué me importa un momento de gloria efímera en comparación con la alegría de tenerte por amigo? Nada. Es paja que arrebata el viento.
• Cuando me anclo en las características de tu concepción de la persona, me doy cuenta de que mi dinámica está siempre en ebullición. La generosidad debe ser la flor que cada día riegue en el huerto de mi corazón para que se sienta a gusto consigo mismo y contigo y con los demás.
• Muchas veces, en mi trabajo apostólico, me encuentro con gente que se complica la vida. Esta, en verdad, es tan simple que, tomada en su radicalidad, no solamente no complica a nadie, sino que le agiliza el camino para saber vivirla bien.
• La gente, yo mismo, en mi afán por saber muchas cosas de ti, he leído muchos libros, he observado muchas reglas para meditar, orar, reflexionar. Al fin, menos mal, he caído en la cuenta de que el verdadero libro de siempre es la sagrada Escritura o Biblia en la que tú hablas directamente al corazón.
• Haz, Señor, que siga gozando con tu palabra y con la fuerza que de ella dimana.

Buenos días, Señor, y gracias.