Con el corazón ante los salmos
Salmo 130.”Mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre”.

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

Sentimientos:

- Caricia de niños
- Soy criatura tuya
- Miradas inocentes
- Me conmueven los niños

Reflexión:

• Señor, cuando empiezo la meditación de este Salmo, acallo mis deseos...y me quedo tan sólo con la parte final del versículo, “como un niño en brazos de su madre”.
• Esta mañana quiero encontrarme con la caricia de un niño, con sus ojos radiantes de inocencia y dejar tantos razonamientos vacíos- muchas veces- de toda lógica. Abuso de razonar todo, pensar todo y seguir sólo los dictámenes de la razón fría y gélida. Esto me priva de entretenerme en la delicia de un niño en brazos de su madre.
• En el fondo, como criatura tuya, soy simplemente una alguien que depende de ti, de tu amor, de tu cariño y de tu entrega generosa ante mis travesuras sin malicia.
• Los niños no necesitan razonar para dar sentido, vitalidad e intensidad a las relaciones humanas. La vida de un niño, en todo su encanto y todo su misterio, es muy fácil de comprender. El sabe ver la evidencia de la vitalidad de todo lo que le rodea.
• Experimenta la alegría de una mirada, el encanto de un gesto, la ternura de un abrazo, la suavidad de una palabra, la sonrisa de unos labios hermosos. Ríe, canta, derrocha viveza, reparte esperanza. Ama en la hierba, en el pájaro, en el beso, en las estrellas, en la noche oscura.
• Me conmueven los niños porque ellos saben y comprenden, bajo su tierna ingenuidad, que el universo ha sido creado para habitarlo en amor y que los hombres no son hijos de la duda y del destierro. Con sus gestos y con sus palabras van entonando la sugestiva canción de la paz y la unión.
• He gozado esta mañana con la imagen del niño en brazos de su madre. Me imagino, Señor amado, que en tus brazos nada tengo que temer.

Buenos días, Señor, y gracias.