Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 17. Al abrigo del mal

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Antífona. Tú, que respondes a mi llamada, escúchame, Dios mío.


¡Oh! Padre, te lo pide, escúchame;
Mi oración es una queja realmente sincera.

Tú sólo puedes identificar el lugar del mal en mí.
Has sondeado la sinceridad de mi corazón
Cuando me encuentro en la negrura.

No creo merecer la infamia:
Me retengo en hablar del mal a mi prójimo;

Me aplico a hacer tu voluntad;
Sigo mi camino lo mejor posible,
Me adhiero sin desfallecer, a pesar de los escollos.

Ahora, necesito invocarte
Y tengo la certeza de que me vas a responder.

Escucha atentamente lo que voy a decirte
Y hazme ver tu voluntad maravillosa,

Pues proteges a la gente que cuenta contigo
Cuando el mal busca destruirlos.

Parta ti, querría ser tan precioso
Como lo es para mí la niña de mis ojos;

Quisiera que me escondas
En lo más secreto de tu amor

Para que ningún mal me domine,
Ni logre destruirme.

El mal está en mí y en mi derredor.
A veces, es mi corazón el que rechaza amar,
O bien mi espíritu al que le gusta vanagloriarse.

El mal me sigue por todos sitios para poseerme;
Vigila mis puntos débiles.

Me ataca por sorpresa
Como un león que se arroja sobre su presa;
Como un salvaje que acecha a su víctima.

Es preciso que intervengas, Padre,
Que luches conmigo,
Que impidas el mal arrebate mi corazón.

Concédeme que lo deteste tanto como tú,
Que lo persiga hasta en sus recovecos,
Hasta en sus escondites más secretos.

Y yo, fuerte con tu ayuda.
Podré mirarte de frente

Con la plena consciencia de tu presencia
Que saborearé sin miedo.