Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 39. Padre, sácame de mi prisión

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Antífona. También nosotros sufrimos,
Aguardando la redención de nuestro cuerpo.


Me propuse controlar mis palabras;
Estaba resuelto a callarme
En presencia de gente que rechaza a Dios.

Me encerré en el silencio
Más de lo debido.

Se convirtió en un dolor insoportable,
Dentro de mí, era un fuego auténtico.

Obsesionado por una esa quemadura,
Terminé por explotar ante el Señor:

Padre, sácame de esta vida;
Concédeme que vea el fin de mis días;
Hazme ver lo efímero que soy.

Los días que me das en la tierra
No son más que un grano de arena:
No son nada ante tu eternidad.

Quien parece sólido no vale más que el viento:
Va y viene, es como breves destellos.

No hace más que agitarse, sólo desplaza aire;
Amontona cosas que otros dispersarán.


Antífona. Escucha mi oración, Señor


Padre mío, ¿qué puedo aguardar de la vida?
Sólo en ti pongo mi esperanza.

Líbrame del mal que me habita,
No permitas que me trastorne
Por las payasadas de quien te rechaza.

Una vez más, quiero callarme
Y fiarme de tus intervenciones.

Que no mire mis pruebas
Como golpes de cólera venidos de ti,
Ni como acontecimientos que tú inspiras.

Sino que loe empleas para educarme
Apartándome de mis egoísmos,
Pues son sólo ilusiones.

Escucha mi oración, Padre mío, es un grito;
Ya ves que soy un desgraciado.

Desde luego, no estás obligado a responderme:
En tu casa, me invitas gratuitamente,
Como a toda la humanidad.

Revélame tu mirada misericordiosa
Antes de que abandone esta tierra.