Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 68. Largo camino hacia el Padre

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Antífona I. Levántate, Dios mío, y que tus enemigos desaparezcan


Cuando Dios está presente, el Maligno huye ante ti;
Es como humo llevado por el viento,
Como un cirio fundido por el fuego.

Rechazar al Padre, es rechazar vivir:
Pero la gente que lo acoge es feliz;

Exulta y baile de alegría pensando en él.
Cantadle a él vuestras canciones de amor,

Preparadle una camino en los corazones tristes:
Su verdadero nombre es “Nuestro Padre”,
Mostrad vuestra alegría a la gente que lo ignora.

Padre de huérfanos, protector de marginados,
Así es Dios en la riqueza de su corazón.

A los desabrigados, les envía gente los amen;
A los prisioneros, lo educa en la libertad.
Pero a quienes lo rechazan, no puede hacer nada.

Antiguamente, Dios se puso al frente de su pueblo
Y lo condujo a través de la soledad del desierto.

En el Sinaí, la tierra tembló,
La montaña se envolvió de nubes:
Era el Dios de Moisés, el Dios de Israel.

Para ellos, hizo llover sus dones en abundancia
Para revigorizarlos cuando estaban exhaustos.

Le buscó un país en donde instalarse,
Sensible con los pobres, fue él quien los estableció.


Antífona II. Nuestro Dios es un Dios de liberación,
El los libra de la muerte.


Cuando el Padre decide con un designio,
Agentes numerosos lo propagan al anunciar:

“Todos los oponentes al Reino están derrotados.
Sus tesoros se ofrecen y se comparten.

No os quedéis escondidos en vuestro rincón
Mientras que estallan los signos de victoria,

Mientras que el Salvador hace fracasar al Maligno
Y su luz brilla en las tinieblas”.

Montañas consagradas a los dioses
Y fieras de vuestra dedicación,

No tengáis celos del calvario elegido por el Salvador:
Ahí habitará por siempre la familia del Padre.

Los agentes del Padre cubren el mundo;
Se mantiene en medio de ellos como el Salvador.

Los lleva a la victoria contra los servidores del Maligno
Que terminan por trabajar en la Casa del Padre..

¡Bendito sea el Padre!
Día tras día, nos hace vencedores.

Nuestro Dios es el Dios de las victorias,
Domina incluso sobre la muerte.

Sus enemigos, Dios junta su corazón;
Quebranta sus planes de quien vive en el crimen.

El Padre dice al Salvador:
“Les borrarás de sus errores,
incluso si se esconden en el fondo del mar.

Reclamarán tu sangre
Pero será tu sangre quien los salve!


Antífona III. Reino de la tierra, cantad al Señor


Padre, seguimos ahora tu cortejo,
El cortejo de que gente que el Salvador ha reunido
Y que le siguen cantando y bailando.

Reuníos, bendecid a vuestro Dios;
En las fuentes de nuestra familia, está el Padre.

Son los más pobres quienes abren la marcha;
Hay también ricos que los siguen.

Tu Dios te ha mandado: “Sé fuerte!”
Muestra tu amor, Padre, cuando actúes por nosotros.

En tu corazón que domina la familia,
Viven tus hijos llevándote presentes.

Haz fracasar al príncipe del mal,
La banda de sus servidores a través de los pueblos;

Que pierdan confianza en sus bienes materiales,
Pon la división entre la gente que ama la guerra.

De todos sitios llegarán personas generosas;
Vendrán hacia el Padre, con el corazón lleno de amor.

Tolas las gentes de la tierra, catad a Dios,
Alegraos con el Salvador,
Que ha subido al cielo, a la derecha del Padre.

Su Palabra cubre el universo:
Estad disponibles para Dios
Para que su amor envuelva a toda la familia.

Dios es extraordinario en su misterio;
Es él quien da a su pueblo la fuerza de amar.

¡Bendito sea Dios, Padre y Salvador!