Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 78. El Dios de la Primera Alianza

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Antífona. No olvidemos ninguno de sus gestos
Y seamos fieles a sus mandamientos.


¡Oh! tú, pueblo de la Alianza, escucha esta historia;
Está atento a lo que voy a decirte.

Voy a proclamar en un largo poema
La historia de las intervenciones de Dios contigo.

Voy a cantar lo que sabemos todos,
Lo que nuestros padres nos transmitieron

Para que lo repitamos a nuestros descendientes,
De generación en generación:

Todos los títulos gloriosos del Señor,
Su poder y las maravillas que ha hecho.

Es una regla establecida por él entre nosotros,
Una ley sagrada para su pueblo:

Él ordenó a nuestros padres
Que enseñaran estas cosas a sus hijos,

Para que la generación siguiente las aprenda
Y todos sus descendientes.

Que pongan atención en instruir a sus hijos
Para que pongan s confianza en Dios,

No olviden estas hazañas
Y sean fieles a sus mandamientos.

Así serán quizá diferentes de sus padres,
Esta generación indócil y rebelde,

Cuyo corazón cambia sin cesar
Y cuyo espíritu no se fía de Dios.

Cuando sus guerreros, bien equipados,
Sean derrotados el día del combate,

Fue porque abandonaron la Alianza de Dios,
Y no se preocupaban de respetar sus leyes.

Incluso llegaron a olvidar sus intervenciones
Y sus maravillas frecuentemente repetidas.

Para sus padres, hizo El milagro:
Hacerlos salir del país de Egipto.

Dividió el mar para que pasaran
Entre dos muros levantados como un dique.

Dirigió él mismo su huida mediante signos:
El día mediante una nube, la noche mediante el fuego.

Cuando tenían sed en el desierto,
Les hizo beber una aguda de las profundidades:

De una roca mandó que salieran arroyuelos,
E incluso brotaron verdaderos ríos.

Sin embargo, nuestros padres siguieron pecando
Mediante sus rebeliones contra el Altísimo en el desierto;

Se atrevieron a ponerlo a prueba
Al exigirle poder comer a sus antojos.

También lo desafiaron diciéndolo:
“¿Es Dios capaz de levantar la mesa en el desierto?

Es verdad que hizo correr el agua en torrentes
Con tan sólo tocar la roca;
¿pero podrá darnos el pan y la carne
a toda esta multitud hambrienta?

Al oír eso, Dios podría haberse impactado,
O ser tentado en destruirlos a todos,
Los que no tenían confianza en él
Y lo creían incapaz de salvarlos.

Y sin embargo un milagro más para ellos:
Mandó que del cielo lloviera el maná
Hecho de trigo misterioso nacido en las alturas;

Y cada uno pudo comer este pan de los ángeles
Hasta saciarse completamente.

De pronto, el viento norte giró hacia el sur
Y vino como una lluvia de pájaros en todo el campo:

La carne deseada les llegaba abundantemente,
Como polvo de arena.

Pudieron comer y hartarse:
Dios respondió a su desafío.

Pero su voracidad apenas se sació,
Tenían todavía la boca llena
Cuando se abatió sobre ellos las consecuencias de sus abusos:

Muchos de entre ellos murieron,
Incluso los más fuertes y jóvenes.

Sin embargo, no llegaron a pecar contra Dios:
No tenían ninguna confianza en sus maravillas,

Incluso cuando sus días se los llevaba el viento
Y sus años amenazaban acabar prontamente.

Cuando se enfrentaban a la muerte,
Se ponían a buscar a Dios,
Y volvían hacia él;

Se acordaban de que él era su seguridad,
Que el Altísimo los defendía siempre.

Pero eran bellas palabras
Pero encerraban sólo mentiras;

Su corazón no estaba unido a él,
No creían realmente en su alianza.

Yahvé, el Misericordioso,
Lejos de destruirlos, olvidaba sus faltas;

No quería la cólera,
Contenía el furor que deseaban que explotara ante él,

Acordándose de la fragilidad de su carne
Cuyo paso por la tierra es muy corto.

Muchas veces, en el desierto, fueron rebeldes;
Le ofendieron en lugares áridos.

Nuevamente, desafiaban a Dios,
Engañando al quien les amaba.

Olvidaban todo lo que había hecho por ellos
Desde que los sacó de la esclavitud:

Los milagros producidos en Egipto,
Como las aguas cambiadas en sangre
Para impedir a los egipcios beber,

Como el gusano que les devoraba,
Las ranas que infestaban sus casas,

Los saltamontes o las langostas devoraban sus cosechas,

El granizo que arrasaba las viñas,

El hielo que destruía los más bellos árboles,
Las piedras de granizo o el rayo que diezmaban los rebaños.

El permite actuar todas clases de cataclismos;
Los agentes de la desgracia hacen su trabajo
Para destruir todas las fuentes del mal.

Para que entiendan el horror de la esclavitud,
Dios permite incluso que la muerte haga su obra:
La peste ataca al pueblo de Egipto;
Todos los primogénitos la pasan,
Ellos que formaban el futuro de cada familia.

Finalmente, puede hacer salir al conjunto de su pueblo,
Conducirlo por el desierto como a su rebaño.

Lo guía con seguridad sin que tenga nada que temer:
Sus enemigos se hunden en las aguas del mar.

Va a llevarlos a la Tierra prometida
Que ha elegido con amor para ellos.

Ante ellos, naciones deben partir;
A cada clan le da su lote en heredad;
Todas las tribus de Israel ponen allí sus tiendas.

Se desviaron y traicionaron al modo de sus padres
Como arcos en mal uso.

Se corrompían en los santuarios paganos
Con dioses concurrentes con su Dios.

Dios no podía tolerar eso;
Cesó de proteger a Israel;

Abandonó el arca de la Alianza en Silo
Que fue durante mucho tiempo 
su habitación en la tierra;
se convirtió en la posesión de los enemigos.

Desde entonces, su pueblo conoció la derrota:
Ya no era una herencia protegida por Dios.

El fuego de la guerra diezmó a los jóvenes,
Las chicas no podían encontrar marido.

Los sacerdotes cayeron bajo la espada
Y sus viudas no hicieron las lamentaciones.

Después el Señor se manifestó de nuevo
Como si saliera de un largo sueño.

Golpeó a sus enemigos de improviso,
Humillándolos así para siempre.

Se eligió como enviado
No ya para las tribus más fuertes
Sino para la humilde tribu de Judá

Instalando su santuario
En una montaña que él amaba,
Para vivir allí por siempre.

Y después hizo de David su servidor.
Fue a buscarlo en su redil

Para hacer de él el pastor de Jacob, su pueblo,
El pastor de Israel su heredero.

Fue un pastor de corazón irreprochable;
Los llevó con una gran sabiduría.