Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 89. Maravilla ante el Padre

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Antífona I. Amor y verdad te preceden, Señor.


Buscaré siempre la bondad del Padre.
Mi boca dará a conocer su amor infinito.

Sí, lo digo: “Tu bondad está establecida para el bueno;
Es sólida como la lealtad de un Dios”.

Un día prometiste:

“He concluido una alianza con mi Hijo:

he jurado a Cristo, vuestro Salvador,
de constituirle una familia de por vida,
de hacer el Primogénito por los siglos”.

Que el universo celebre esta maravilla, ¡Oh! Padre;
Que la asamblea de los santos cante tu promesa.

No hay realmente nadie igual a ti,
Nadie que se parezca a nuestro Padre.

Entre todos los seres, ninguno puede igualarte;
Eres el más grande de todo lo que existe.

Tú eres el Señor por encima de todo;
Nadie puede hacer lo que tú haces:

Nuestra protección nos viene del Señor,
Nuestro Salvador es un don del Padre al universo.


Antífona II. Eres Hijo de Dios, de la raza de David según la carne


“Un día, mediante una mujer, he hablado al mundo;
he enviado a mi Hijo a retar a la humanidad;
lo he hecho el Salvador de mi pueblo.

Lo he elegido como hice con David,
Lo he colmado de la presencia del Verbo;

He prometido que yo, su Padre, estaré con él,
Que compartiremos juntos nuestro poder.

Así, ningún Adversario podrá sorprenderle,
Ni un enemigo podrá vencerlo,

Pues le quitaré todos los obstáculos,
Hará vanas todas las formas de odio.

Mi corazón se mantendrá fielmente a su lado,
Conmigo sólo podrá triunfar.

Le confiaré la humanidad entera,
Todo el mundo podrá contar con él.

Al hablarme, me llamará “Mi Padre”.

El me dirá: Que tus proyectos se cumplan.

Y yo haré de él el Primogénito de toda familia,
El Primogénito entre todos mis hijos.

Este lugar le pertenece para siempre;
Mi amor por él está asegurada para siempre.

Le daré hermanos y hermanas
Que heredarán con él
La tierra y los cielos.


Antífona III. He mantenido para siempre
La dinastía de David, mi servidor.



Si sus hermanos o sus hermanas se apartan de él
Y se alejan de mis designios,

Si no tienen en cuenta de sus palabras
Y no guardan mis proyectos,
Los perseguiré hasta en la rebelión
Y hacerles detestar sus errores;

Pero sin retirarles mi oferta de amor,
Sin debilitar mi apoyo a s Salvador.

Por nada del mundo, violaré mi alianza,
No cambiaré nada de mis promesas.

De una vez por todas, he comprometido mi divinidad:
No, no puedo engañar o defraudar a mi Hijo.

Su familia creceré siempre
Con él en el centro como el sol del mediodía,
O como la luna presente siempre en la noche.