Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 104. El Padre de la creación

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Antífona. Señor, Dios mío, eres grande


Bendiga a mi Padre, todo mi ser entero!
Mi Padre y mi Señor, eres maravilloso!

Te despliegas por un universo espléndido,
La luz te envuelve como un manto
Los cielos van delante de ti como una colgadura.

Te paseas por encima de todo,
Circulas en las alas del viento,
Te paseas por las nubes.

Lanzas tus mensajes a todos los vientos,
Y las estrellas están a tu servicio.

El Padre ha organizado nuestra tierra
Según leyes que son inquebrantables.

Lo ha cubierto con un gran océano
Hasta por encima de las montañas.

Pero un día, enloquecidas por el trueno,
Las aguas se desbordaron por montañas y valles
Hacia el lugar que él le había fijado.

Les ha impuesto límites infranqueables;
Para que no vuelvan a anegar la tierra.

Ha hecho correr el agua de las fuentes a los barrancos;
Se extiende entre las montañas;

Abreva las bestias de los campos,
Las bestias salvajes se sacian.

Cerca de los arroyuelos, los pájaros hacen su nido;
Allí cantan, ocultos entre el follaje.

 


Antífona. Del fruto de tus obras, Señor,
Sacias la tierra.


En su sabiduría abreva las montañas,
La tierra se sacia de lo que le ofreces:

Hace salir la hierba para el ganado
Y las plantas que el hombre cultiva,

Sacando así su pan de la tierra,
El pan que reconforta su cuerpo;

Y el vino que alegra su corazón
Más que el aceite hace brillar el rostro.

Las selvas del Padre se multiplican,
Con árboles maravillosos que ha creado.
En ella anidan los pájaros.

Las cabras monteses están en las montañas,
Los conejos se refugian en las rocas.

Hizo también la luna para fijar nuestros días de fiesta
Y el sol que sabe cuándo debe ocultarse.

Llegan las tinieblas, es la noche:
Todas las bestias de la selva se mueven,

Los leones se ponen a cazar sus presas
Que comen como un don del Padre.

A la salida del sol, se retiran
Y van a dormir en sus madrigueras

Mientras que la gente se va a trabajar
Los cultivos hasta el atardecer.



Antífona. Felices los ojos que ven lo que veis,
Y los oídos que escuchan lo que escucháis.


Padre, ¡qué numerosas son tus obras!
Las has hecho con sabiduría.

El universo está lleno de tus criaturas:
El mar, grande y amplio por todos sus lados;

Animales numerosos, pequeños y grandes, viven en él;

Por él van y vienen los barcos
Al igual que leviatán cuyos juegos te hacen reír.

Todos los seres son importantes para ti:
Les das el alimento a tiempo:

Toman la comida como un don tuyo
Y se sacian de tus favores.

Pero si te escondes, quedan desamparados;
Si no les da tu aliento, mueren
Y vuelven a ser polvo.

Si envías tu aliento, son creados,
Renuevas así la faz de la tierra.

Que el amor del Padre no se detenga nunca,
Que se alegre de sus obras.

Bajo su mirada la tierra se estremece,
Si toca las montañas explotan en fuego.

Toda mi vida cantaré al Padre;
Tocaré para él hasta el fin de mi vida.

Que mi poema le sea agradable
Y que el Padre me llene de su alegría.

Que el mal desaparezca de la tierra,
Que nadie desconfíe del Padre.

¡Bendice al Padre, corazón mío!
¡Aleluya!